Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

lunes, 17 de junio de 2013

Y aún así...




Me gustaba sentir que estabas ahí
aunque no te viera
aunque no te tocara.
Aunque nos deseásemos de espaldas.
Me gustaba saber que pensabas en mí,
casi tantas horas
como las que yo te dedicaba.
Me gustaba pensar que eran míos tus suspiros,
que me regalabas tus manos,
que deseabas fundirte en mi piel,
mi piel sufrida, cansada,
mi piel muerta.
Me gustaba creer que necesitabas mis palabras
escritas, habladas, gritadas,
lo mismo que yo necesitaba las tuyas
para repetirlas una y otra vez
en mi mente perversa.
Me gustaba creer que algún día te atreverías
a cumplir con tus deseos
que se convertían en los míos
cuando tú me los confesabas.
Llegué a creer que ibas a ser valiente,
a pesar de que tus pasos
cada vez retrocedían más

en lugar de plantarme cara.

lunes, 3 de junio de 2013


Que no me toque nadie,
ni se os ocurra.
Esta piel ya está reservada.
No me miren, no me hablen.
Estos ojos y esta boca
ya tienen dueño.

sábado, 16 de marzo de 2013

Párteme la cara



Dónde escondí mi alma
Dónde el orgullo.
Qué hice con el relámpago
Que guardaba bajo la almohada.
Dejo de existir por un momento
Y nace la necesidad más peligrosa de la noche
Dónde escondí mis buenos modales
Dónde la ternura y la inocencia
Salieron a la luz detrás de mi sombra
La codicia y el deseo de poseer lo inerte
De tener lo que aún no conozco.
La curiosidad va matando mis entrañas
El destino juega con sus manos
Acariciándome el cabello.
Quiero que rompas
De una vez con mi palabra.
Si de verdad existes,
Párteme la cara.



domingo, 3 de febrero de 2013

Volviendo a casa.

Me dices, a la luz de una bombilla, que me tranquilice. Que me quite las manos del cuello y respire fuera aires de delicia. Me tomas de los hombros y me balanceas, queriéndome despertar de torturas inmortales. Me cierras los ojos, intentando hacer desaparecer el dolor, pero no se vuelve invisible por muy oscuro que hagas el mundo. De tu boca salen palabras de consuelo a través de un embudo, sin conseguir que no se derramen por los bordes de tu mentira. Me haces esperar tiempos imaginarios, un azul inventado y una vida que sustituya a una ya rota por los mismos labios que me lo contaron.

Y no fue.

Medalla de bronce para tus encantos. Siempre pudiste ser mejor. Abriste el ataúd en el que yo misma enterré mi gloria. Duró sólo una semana, suficiente para exprimir de nuevo el jugo de la fruta podrida. Suficiente para querer extrañarte ahora, y sin embargo no poder.
Decías ser un experto explorador, y de eso no tengo queja alguna. No había división entre el deseo y el desasosiego. Adoraba nuestras peleas de siete noches, furias de fieras desatadas en el más puro instinto animal. Yo te llamaba cabrón y tú a mí zorra, y sucedía después. ¿Acaso pudo haber algo que demostrara más que necesitábamos vida?
Duró tan sólo una semana, siete noches de sexo y olvido. No te quiero, no te extraño, no te necesito, pero sé lo que pudo ser y no fue.