Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

lunes, 12 de noviembre de 2012

Musas azules

El delicado imposible se apoya en la ventana,
llueve a un sólo lado de mi calle.
La nube negra cayó a mis pies.
Brazos retorcidos como cuerdas.
Luciérnagas que se asustan de una mirada.
Esfera que atrapa un sólo mundo
de musas azules
y canciones lentas.