Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

lunes, 4 de junio de 2012

Y dejar de gritar



Me encuentro en la roca más alta
lejos de tus lamentos.
Y grito mirando al cielo
hasta querer que se derrumbe sobre mí.
Y mientras blasfemo,
y me cago en tu madre
y te mando a la mierda
me bombea en las sienes
y me revienta las venas
todo este odio
consumiendo mi cordura.
Y vuelvo a gritar
para que dejes de creer
que Jesús vendrá a salvarme.
Y grito más fuerte para que vengas
y de una vez rajes mi garganta
antes de volver a gritar.

Apuntes del natural